Lloraron por Él y ahora lo hacen a su lado. Padre Pío, Pino Montano o Los Carteros. Triana, Santa Cruz o Los Remedios. Esta mañana los hacía comunes el lazo morado sobre el pecho. Era Domingo de Ramos y todos estrenaban lo mismo: El rostro sereno del Gran Poder.
Los fieles dibujaban la cola alrededor de la Plaza; desde la puerta de la Basílica hasta el azulejo del Gran Poder de El Sardinero. Desde allí, desde la terraza del bar y mirando hacia la puerta se veían los rostros cuando entraban y salían. Y todos lloraban.
Jóvenes escapados de clase con la mochila en los hombros, hombres y mujeres que esquivaron las horas del trabajo, ancianos matrimonios compartiendo su amor de décadas, de la mano, por Cardenal Spínola. Todos estaban allí porque el que lo es Todo en la ciudad había vuelto. Menos dolorido y más moreno sin la luz artificial de los besamanos.
Allí esperaba Él, con la túnica de la Guardilla que María Teresa de Faguas le bordó en los años 20 y que el Señor luce todos los veranos.
Por la tarde, a partir de las seis, habrá misa con el Arzobispo Monseñor Asenjo. Faltaron las palmas en la Plaza para pensar que era Domingo. Hoy ya no hay amargura, sólo amor, mucho amor porque el Dios morado ha vuelto a entrar en la ciudad.
PASION EN SEVILLA
No hay comentarios:
Publicar un comentario